
Jainor Avellaneda Vásquez
/ PerúNació un 20 de marzo de 1999, en la ciudad de La Rioja, región San Martín. Perú. Después de haber realizado sus estudios básicos en su tierra natal, se trasladó a la Ciudad de Lima e ingresó a la facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la Universidad Privada Telesup; actualmente cursa el cuarto ciclo de la carrera de Derecho. Su admiración por la literatura, inició a los 7 años, en la Escuela de San Francisco donde aprendió a leer. Desde entonces ha venido preguntándose, cuáles son los caprichos que encierra el deseo de escribir, leyendo a grandes autores, desde Homero hasta Mario Vargas Llosa. Por otro lado, ha concebido la tesis de la revelación literaria, mostrada en la rebelión misma del individuo, su admiración por Julio Cortázar, es la huella única de su vida solitaria y su gran respeto al silencio. Ha escrito poemas desde los 16 años, donde sus únicos lectores eran sus amigos de la secundaria. Ahora en los días, donde los símbolos tienen vida, lucha por evadirse de la realidad, y entrega su libertad a la libertad de los versos, largos y cortos.
LO QUE DICE EL AMOR DE UN VIEJO
Soy de aquellos lánguidos y danzantes torbellinos
No me altera la alegría, tampoco la he llamado,
Viajo por las soledades errantes de este siglo
Y un largo silencio, guardo en mi sediento corazón
La altitud de los años traspasa mis cabellos;
Yacen en mí palabras que un día
Pude contarlas a alguien que no seas tú.
Hay negros nubarrones en mi cuerpo; hay campos
Hay cumbres, desiertos, dilatados horizontes;
Y mi piel marchitada por tus ásperos labios
Por tu piel, por tus ojos, por el tiempo,
Se perenniza en un adiós de sombras otoñales.
Anclado mi horizonte a tu sendero…
Las barcas aisladas en el mar
Mi corazón, sin playas ni embarcaderos
Cuando menos lo pienso siente tus brisas
Andantes alejarse cada vez más…
El sol me ha quitado el tiempo.
Hoy no creo en nadie más que en mi propia vergüenza
Como en el ayer conmigo y contigo
Como en el hoy conmigo y sin ti.
Entre mis labios sostuve tu género;
Callaba conmigo mismo
Cada vez que un adiós
Acompañaba al viento frágil y verde.
A estas alturas de la cordillera de mi vida
Ilusionado miro a mi arrecife
Y veo. Le faltan algas y corales
Entonces cabizbajo y confundido,
Irremediablemente pienso:
“Quién más que tú compañera del insomnio
Podrías remediarlo.”
Mi cordillera es alta y fría.
Aquí está tu montaña!
Entre estos verdes árboles, mis árboles blancos.
A estas alturas ya no me sobran preguntas,
No quiero respuestas.
Ahora quiero que me oigas, con la rebeldía
Y el desconcierto de tus hombros,
De aquellos hombros…!
Y por si acaso no me quites la ironía:
En el ayer quise decirte muchas cosas;
Decirte cosas, por ejemplo:
“Quisiera con tus ojos mirarte y con ellos mismos,
Mirarme a mí.”