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México, el país de Octavio Paz

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Octavio Paz. / FOTO: PEN INTERNATIONAL

Por: Cesar Leo Marcus

El escritor mexicano Octavio Paz recibió el Premio Cervantes a las Letras en 1981 y el Premio Nobel de Literatura en 1990, por su extensa labor como poeta y ensayista, y la carrera diplomática lo llevo a recorrer gran parte del mundo. Fue un brillante pensador que buceo en la identidad de los mexicanos.

Octavio Paz siempre tuvo en mente una pregunta que intento responder en su obra “El laberinto de la soledad”… una pregunta que hasta hoy es una incógnita: “¿quién, qué y cómo somos los mexicanos?” ya que el tema de la identidad mexicana es un mix de historia y cultura, una mezcla misteriosa entre el pasado y el futuro, pero sin presente, una identidad que une la comida, la música y la fiesta, un gigantesco abrazo entre los que se van “al norte”, los que se quedan y los que regresan.
Siempre sostuvo el tema de la dualidad en la identidad mexicana: “La imagen del padre se bifurca en la dualidad de patriarca y de macho. El patriarca protege, es bueno, poderoso, sabio. El macho es el hombre terrible, el padre que se ha ido, que ha abandonado a la mujer e hijos. La imagen de la autoridad mexicana se inspira en estos dos extremos: el Señor Presidente y el Caudillo.”

Octavio Paz ve a la historia de México como una espiral, donde los hechos se van repitiendo, evolutivamente pero repetitivamente, y lo expresa “Salvo durante los interregnos de anarquía y guerra civil, los mexicanos hemos vivido a la sombra de gobiernos alternativamente despóticos o paternales pero siempre fuertes: el rey-sacerdote azteca, el virrey español, el dictador y el señor presidente…”, “Toda la historia de México desde la Conquista hasta la Revolución puede verse como una búsqueda de nosotros mismos, deformados o enmascarados, con instituciones extrañas y de una forma que nos exprese. La mexicanidad es una manera de no ser nosotros mismos, una reiterada manera de ser y vivir otra cosa”.

Desde su ensayo antropológico “El laberinto de la soledad”, publicado en 1950 hasta “El ogro filantrópico” publicado el 1979, a Octavio Paz le interesó denunciar al pensamiento totalitario, de derecha en sus expresiones nazi y fascista o de izquierda en la Unión Soviética y Cuba, en sus escritos tenía la particularidad de polemizar con los extremos del abanico político, desde las ideas marxistas hasta las liberales, criticando tanto al nazismo como al estalinismo, a las que consideraba totalitarias.

Octavio Paz veía al estado mexicano como un monstruo o un ogro, de allí el título “El ogro filantrópico”, pero sostenía que era un monstruo necesario, una realidad política metafísica que se contrarresta con la realidad social cotidiana, por eso inicia su ensayo “El Estado del siglo XX, se ha revelado como una fuerza más poderosa que las de los antiguos imperios y como un amo más terrible que los viejos tiranos y déspotas. Un amo sin rostro, desalmado y que obra no como un demonio sino como una máquina”, el maestro hablaba del siglo XX pero profetizaba el siglo XXI.
Pero la profecía es más profunda, cuando explica “El atraso de nuestro país en materia de desarrollo, no sólo se debe a nuestra vecindad con Estados Unidos, debemos explicarlo también endógenamente desde la corrupción, ese flagelo cuyo funcionamiento nos condena a un círculo vicioso, por demás pantanoso”.

Octavio Paz consideraba que el Gobierno debe tener la fuerza capaz para defender a los ciudadanos, pero veía con tristeza que esa fuerza era utilizada para someter a todo aquel que desafiaba su poder, amenazando al ciudadano que debía defender. “Lo que ocurre es que se trata de un ente abstracto y real al mismo tiempo, utiliza la ley para recaudar impuestos como para manejar a sus cuerpos represivos, y es allí donde la ambición y el afán de poder se trasforma en totalitarismo, porque el Estado somos todos y es ninguno”.

La idea que tenia de los políticos que gobernaban su país en el siglo XX, no difiere mucho de la idea que tienen actualmente los ciudadanos mexicanos de los políticos del siglo XXI, “La casta política tiene características propias y sirve de gran canal de la movilidad social, ya que abarca del municipio de la aldea a las esferas más altas de la política nacional. En México el poder es más codiciado que la riqueza, ya que a un millonario le será muy difícil acceder a la política, en cambio, todos los políticos acceden a los negocios”, incluso explica que “somos la herencia de la sociedad cortesana de los siglos XVII y XVIII, donde la burocracia política está plagada de amigos, favoritos, familiares y protegidos, el político mexicano es un profesional de la política y no pretende salvar al país, solo pretende salvarse a sí mismo”.

Octavio Paz tenía una idea clara de la conformación del estado como tal cuando escribe “El poder central en México, no es la lucha entre el capitalismo privado, las uniones sindicales y los partidos políticos. El verdadero poder es la suma equitativa entre Capital, Trabajo y Política. Cuando alguno de los tres toma el poder total, el Estado se ha transformado en una dictadura totalitaria”.
Hasta la próxima[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/12″][/vc_column][/vc_row]